El juego se ambienta en un universo crepuscular donde la magia —motor de los antiguos tiempos— agoniza, y los grandes reinos medievales caen ante el avance de la razón, la técnica y la corrupción. En el corazón de este cambio se alza Necros, una ciudad-estado colosal y decadente que encarna el final de la fantasía heroica y el nacimiento de una nueva civilización: una mezcla de alquimia, ciencia prohibida y política oscura.
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El juego bebe del terror psicológico y del suspense moderno. Hay influencias claras de Silent Hill, Black Swan o Mr. Robot, mezcladas con un toque existencialista. Su objetivo no es el susto fácil, sino el desconcierto, el conflicto moral y la tensión constante entre lo que es real y lo que no.
Necros, una ciudad-estado colosal y decadente que encarna el final de la fantasía heroica y el nacimiento de una nueva civilización: una mezcla de alquimia, ciencia prohibida y política oscura.
El tono del juego es el de un realismo fantástico, concepto que sus autores, Jorge Jesús Alonso y J.F. Joya, definen como una forma de dotar de verosimilitud a la fantasía. Aquí los héroes no son arquetipos luminosos, sino seres marcados por traumas, secretos y deudas morales. En Necros, nadie es completamente bueno o malo… solo superviviente.
El manual, dividido en dos libros (Trasfondo y Reglamento), combina un tono literario cuidado con una estructura clásica que remite al rol de mesa tradicional: sin tableros, sin miniaturas, solo imaginación, lápiz y dados. Cada página destila amor por el medio y una profunda reflexión sobre el propio acto de jugar.
Shadow Mirror es, en esencia, una
carta de amor al rol clásico —aquél que se juega alrededor de una mesa, entre amigos, con la palabra como única herramienta—, pero pasado por el prisma de la melancolía y la decadencia. Un homenaje a los días de gloria.